EL REGALO DE DIOS


EL REGALO DE DIOS




Hoy les comparto mi reflexión, hecha desde mi principal actividad en la vida, ser madre, y desde el profundo dolor que ha sido devastador, al ver en los medios de comunicación las cosas tan atroces que pasan a los niños, siento que en el mundo no estamos haciendo lo suficiente para cuidar de ellos, a pesar de ser designados como la causa de mayor prioridad para la protección, pues se supone que “de ellos dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana”[1]

Particularmente, tengo el convencimiento que los niños son el regalo más hermoso que Dios nos ha entregado, un tesoro frente al que a veces se muestra una gran indiferencia, y se ha llegado al límite más cruel, ver que entre ellos mismos hay agresiones que terminan incluso con la misma vida, tal y como le pasó a la pequeña de 7 años María José.

Esta violencia contra los niños, también se ve en su entorno escolar, donde son víctimas de agresiones por sus compañeros, y entonces se encienden las alarmas por lo que se conoce como el bullying, una palabra hoy muy famosa, cuyo significado según la legislación colombiana vigente corresponde a “toda conducta negativa, intencional metódica y sistemática de agresión, intimidación, humillación, ridiculización, difamación, coacción, aislamiento deliberado, amenaza o incitación a la violencia o cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico o por medios electrónicos contra un niño, niña o adolescente, por parte de un estudiante o varios de sus pares con quienes mantiene una relación de poder asimétrica, que se presenta de forma reiterada o a lo largo de un tiempo determinado. También puede ocurrir por parte de docentes contra estudiantes, o por parte de estudiantes contra docentes, ante la indiferencia o complicidad de su entorno”.

Yo no recuerdo que esta palabra fuera usada en mi época de colegio, y ha pasado un largo tiempo; tampoco que estas situaciones fueran tomadas de una manera tan seria y tan profunda como hoy, pero la realidad, es que esta actividad ha cobrado muchas vidas, y es en Colombia donde se presentan los más altos índices de violencia escolar, por lo que realmente este tema debe recibir toda nuestra atención.

La CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO, fue aprobada desde el 20 de noviembre de 1989, pero desde antes, la protección de sus derechos ha sido objeto de reglamentación, incluso hoy nuestra propia constitución reconoce, los derechos fundamentales de los niños[2], que en todo caso, tienen un factor común y es la protección a su dignidad. Y es aquí donde la inclusión social, es tan importante, pues son diversos los casos en los que diagnósticos clínicos, que causan problemas psicológicos y de autoestima por el solo padecimiento, se incrementan con las burlas, sátiras e incluso insultos que terminan en un problema de bullying escolar.

Un caso que ha llamado mi atención, es la de un “niño” que tiene una afección, llamada ginecomastia, para quienes no están familiarizados con el término, corresponde a una condición que hace que los hombres generen tejido mamario a causa del cambio hormonal normal que ocurre durante la pubertad[3], puede ser temporal, en algunos casos debe hacerse una intervención quirúrgica, pero se podrá solucionar.

A pesar de esto, este “niño” ha sido víctima de las agresiones verbales de sus compañeros, de la burla y el ultraje a su dignidad, pero lo más grave; ha sido víctima del silencio de la institución educativa a la que asiste, donde al conocer de estos hechos, no dieron atención psicológica inmediata al menor, no llamaron la atención de los otros niños agresores, y mucho menos comunicaron de esta actividad a sus padres,  sino,  que tomaron la posición pasiva de “verificar la actitud de la víctima” así es, el problema entonces era él.

Finalmente el apoyo y amor de su familia, logró la protección y atención del caso, pero no deja de llamar la atención que desde el principal ente obligado a cuidar de este “niño”, lo que se produjo fue una revictimización.

¿Qué se diría sobre esto en el Ministerio de Educación?, parece que en ese colegio no conocen el programa “Aulas de Paz”, pero esta pequeña historia, que es real, nos llama a que seamos consecuentes, porque debemos intervenir como sociedad; desde cada uno de nuestros hogares, impedir que esto suceda, amar y proteger a nuestros niños para que no se conviertan en agresores; enseñar el verdadero significado de la inclusión social, fortalecer los valores del respeto al interior de la familia.



Leyendo el informe mundial sobre la violencia contra los niños y las niñas, de Paulo Sérgio Pinheiro, no puedo dejar de resaltar, el gran impacto destructor, que tiene la exposición temprana a la violencia, que puede afectar la arquitectura del cerebro, provocar predisposición a sufrir limitaciones en aspectos como el emocional, cognitivo, bajo rendimiento académico, uso de sustancias adictivas, relaciones precoces, depresión, y en etapas avanzadas de la vida enfermedades de pulmón, corazón, hígado, episodios de violencia contra la pareja, y en cualquier momento intentos de suicidio.

Hagamos un alto, y recordemos que nosotros debemos cuidar el regalo de Dios.
     


Hilda Lorena Leal Castaño
Defensora de Derechos Humanos 
@castao_leal






[1] Plan de Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia, 30 de septiembre de 1990.
[2] Constitución Política de Colombia art. 44.



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