El regalo de Cristal
(Central Park N.Y - Archivo personal)
Ayer conocí a Cristal, nació hace
poco menos de un mes aquí en Bogotá D.C. (Colombia), su familia es de
Venezuela, tiene esa ternura capaz de conmover cualquier corazón, como lo hizo
con el mío, una vida por delante que ha iniciado con un duro preludio causado
por la migración.
Su mamá dice que escapó de su país porque
no quería aguantar hambre, lo cierto es que aquí no les ha ido mejor, va cada
semana a una iglesia donde le ayudan con un mercado, pero se necesita mucho más
que eso para sobrevivir.
Ojalá podamos ayudar a Cristal, ella
merece una mejor vida y una mejor oportunidad, pero ella tan pequeña también es la portadora de un
gran mensaje para que hagamos una significativa e importante reflexión.
A veces nos quejamos sin mirar al
rededor y ver cada una de las bendiciones que nos han regalado, olvidamos dar
las gracias, servir, dejamos de lado la ley de la correspondencia, muchos
esperan estar bien, pero siembran haciendo el mal.
La necesidad de vivir defendido la verdad, debería ser un motor
para cada individuo, es aterradora la idea que una persona sea capaz de buscar
intereses mezquinos rindiendo falsos testimonios y creyendo que así podrá
encontrar una buena recompensa.
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Qué pasa con la humanidad que ha
perdido el honor, que deja pasar por alto la gratitud, o peor aún, que busca el
exterminio moral del otro, esperando tal vez así en la justicia una falsa
libertad, rebajas de penas, un ascenso, una pobre retribución económica; que de
lograrse, no cabe duda solo será parcial y efímera.
Nos enfrentamos a fenómenos ya
vividos en el pasado, donde la criminalización fue la moneda para negociar,
pero las pruebas hablan y las mentiras caen, la verdad siempre reinará. El servicio por la humanidad a veces
trae angustias, pero sin duda son más las satisfacciones, esas que nos regala el
maestro Jesús, por cumplir con el respeto a su legado.
Siempre me han gustado estas palabras
del libro más sabio (y más importante para mí, porque creo que su mensaje es
palabra sagrada) que hoy comparto desde este espacio: “El de manos honradas y corazón
limpio, quien no desea la mentira ni jura en falso. Ese recibirá la bendición
del Señor, la recompensa del Dios que lo salva.” SALMOS 24:4-5
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Por eso, nunca es tarde para hacer el
bien, para retomar el camino y decir la verdad, la recompensa será el perdón, de eso no hay duda.
Defensora de Derechos Humanos