El Justo juez
Por estos días se habla mucho sobre la justicia, las garantías judiciales, el debido proceso y el justo juez, que parecieran ser un privilegio de pocos, y la falta de todo lo anterior padecimiento de muchos.
Lo cierto es que todos somos jueces las 24 horas del día, en casa, con los hijos, en el trabajo, con los amigos; y no es fácil, muchas veces se desatina, y se terminan generando actos arbitrarios, es sencillo señalar a otro, no acertar; y acabar siendo un inquisidor.
En los estrados judiciales, es más complejo ya que queda en juego el derecho humano a la libertad, el más preciado de los bienes, y en la paradoja más inexplicable, se persigue a quienes la defienden, se criminalizan. Pero no en vano la realidad de quien odia la justicia es que terminará afligido, y quien la cuida, siempre recibirá una recompensa.
Conocí hace un tiempo el artículo “Las virtudes que todo juez de la República debe tener”, muy acertado; además de imponer un examen a nosotros mismos, y para aquellos que dicen administrar justicia.
Comparto plenamente todo lo que deja el autor Dr. Juan Camilo Rivadeneira Vélez respecto que la dignidad de ser juez, cuando expone que debe ser ejercida por una persona imparcial, independiente, que motiva en derecho sus decisiones, capacitado, que practica la justicia y la equidad. Aquel que se compromete al buen funcionamiento institucional, respetuoso, íntegro, transparente, cumplidor de la reserva y el secreto profesional; prudente, diligente, honesto.
Finalmente estos derroteros son esenciales para proteger las Garantías judiciales, y en mi criterio muy personal deben unirse al decálogo que se promulgó desde Fondejusticia y verdad.
Finalmente estos derroteros son esenciales para proteger las Garantías judiciales, y en mi criterio muy personal deben unirse al decálogo que se promulgó desde Fondejusticia y verdad.
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Un caso mediatizado, por una reciente orden de captura, puso sobre la mesa, cómo a veces quienes administran justicia, realmente hacen un trabajo de verdugo, pero una juez, llamó la atención a nivel nacional, se pronunció en favor de los derechos humanos, dejando un precedente y un mensaje claro; La justicia necesariamente tiene que manejarse con lealtad.
Por eso, cuando los jueces, convierten las causas (procesos) en afrentas personales, se pierden, se vuelven indignos, arbitrarios y en consecuencia terminan acabando con la seguridad jurídica, lo que se traduce en una clara violación a los derechos humanos.
La democracia celebra el actuar de aquellos jueces, que mantienen su honorabilidad, y quienes defendemos los derechos humanos, conocemos que es precisamente esta labor, la que permite que exista una confianza en las instituciones, y una contribución muy importante para acabar con la mala práctica de fabricación de culpables.
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Finalmente, se crea o no: ya se ha dicho, cuando se actúa con parcialidad se convierten en jueces con criterios perversos, y cada uno terminará rindiendo cuentas al mayor y más Justo Juez, ese al que nada lo corrompe, y que las maniobras jamás lo engañan; nuestro Señor Jesús.
“Felices quienes respetan el derecho, quienes practican siempre la justicia.” (SALMOS 106:3).
Defensora de Derechos Humanos